domingo, 13 de febrero de 2011

Desde siempre el hombre ha ido modificando los vegetales que utiliza como alimento. Por ejemplo, las coles de Bruselas y la coliflor son variedades artificiales de la misma planta (aunque no lo parezcan) . Lo mismo se puede decir de las decenas de variedades de manzanas, maíz, patatas, etc.
Sin embargo, la ingeniería genética permite ahora llevar a cabo, en pocos años y de forma controlada, lo que antes podía costar décadas o siglos, o conseguir efectos que sólo estaban en los sueños de los agricultores, pero que eran imposibles con las viejas técnicas de cruce y selección. La diferencia con la biotecnología moderna es que, si bien antes se mezclaban montones de genes casi al azar, ahora se trata de insertar en una determinada especie un gen específico procedente de otra para lograr un resultado muy concreto (cultivos que crezcan más deprisa, frutas, verduras y cereales resistentes a las plagas, eliminación de los pesticidas...).

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